Cuanto más fastidio se nos va acumulando, más cortisol, más estado de alerta, y más ira. Además el estresor en sí, no es suficiente ya que también tiene relación con la interpretación que le damos a ese estresor, lo que lo convierte en más o en menos grave, puesto que la ira no proviene solamente del estresor, sino también de la frustración que este provoca.