La Ira y algunas técnicas para su manejo

La ira es una emoción que llega poco a poco, y se va acumulando. Estos pequeños fastidios cotidianos, son llamados estresores, los cuales nos hacen segregar hormonas del estrés, que hacen que nuestro cerebro se ponga en estado de alerta produciendo también adrenalina para darnos una extraña energía y prepararnos para la lucha.

Cuanto más fastidio se nos va acumulando, más cortisol, más estado de alerta, y más ira. Además el estresor en sí, no es suficiente ya que también tiene relación con la interpretación que le damos a ese estresor, lo que lo convierte en más o en menos grave, puesto que la ira no proviene solamente del estresor, sino también de la frustración que este provoca.

 

 

Existen tres tipos de manifestación de la ira:

 

1.- La ira como defensa, que es la que surge cuando interpretamos que alguien nos quiere agredir.

2.- La ira como explosión, es la acumulación de fastidios hasta que finalmente se estalla.

3.- La ira instrumental, es a la cual se recurre para conseguir cosas intimidando a los demás. En este caso, se trata de un patrón de conducta aprendida que sabemos manejar a nuestro beneficio porque no se sabe actuar de otra manera.

La ira no tiene por qué ser netamente algo negativo, ya que es una emoción básica que ha asegurado nuestra supervivencia a lo largo del tiempo. Nos prepara para luchar, y nos hace resistir ante la pérdida de algo.

 

Es normal vivir con cierto nivel de ira, pero ésta se convierte en un problema, cuando estamos constantemente enojados y comienza a perjudicarnos tanto a nosotros mismos, como a otras personas.  

A continuación, algunas técnicas para manejar esta Ira:

  • Técnica del botón rojo: cuando identifiques las primeras señales de que estás enfadándote mucho, imagina que en tu mano existe un botón rojo y que cuando lo aprietas, tu mente se queda en blanco.

 

  • Cuenta hasta 10: esta es una técnica generalmente conocida, pero eso no la hace menos efectiva. Cuando se cuenta hasta 10, a la misma vez que respiras profundamente, por un lado, ayudas a la distención y, por otro lado, te centras en la cuenta y de esa manera desvías tu atención de lo que te está enfadando.

 

  • Tiempo fuera: sal de la situación que te está provocando la tensión, tranquilízate, tomate tu tiempo y luego vuelves. Es importante siempre que vuelvas, ya que debes afrontar la situación, de lo contrario, no habrá manera de aprender las estrategias necesarias para enfrentarse a este tipo de circunstancias. No es lo mismo afrontarlas sintiendo mucho enojo, que hacerlo una vez ya tranquilizados y/o relajados para ser más conscientes de lo que se hace en el momento.

 

  • Responsabilízate: la ira no viene sólo de afuera, sino también de cómo interpretamos. Podemos modificar esa respuesta para que no sea tan intensa. A veces podemos recurrir a la ira porque no sabemos enfrentarnos a ciertas situaciones de otra manera, pero eso no significa que sea la única forma, ya que se pueden aprender otras.

 

  • Aprende a expresarte: Aprender a comunicar de forma eficiente, sabiendo expresar tanto tus pensamientos como tus emociones, pero sin tomar una actitud innecesariamente agresiva con la conversación.

Más que una terapia Psicológica, somos creadores de experiencia terapéuticas.

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