Cuando pensamos en convertirnos en padres, casi siempre nos provoca sensaciones positivas, como el amor, el cariño la protección que debemos darle a nuestro hijo.
Esta etapa es donde volcamos todos nuestros sueños, sobre lo que vamos a hacer y lo que no, que le vamos a enseñar, etc. Como nos imaginamos que será, tendrá muchos amigos, será el alma de la fiesta!!….
Después, con el crecimiento de nuestros hijos, el camino se hace mucho más difícil, ya que debemos enfrentar los cambios en su desarrollo, el ingreso a la pubertad, las conductas riesgosas, sus dificultades para seguir las instrucciones que les damos, etc.
Esto se vuelve cada vez más intenso.
Es aquí donde es crucial despojarnos de todas nuestras expectativas como padres y lograr visualizar que nuestros pequeños deben ser lo que ellos quieran ser, a pesar de lo que nosotros esperemos de ellos, por que son nuestras expectativas lo que los hace sentir presionados con lo que deben lograr o ser.
