La protección hacia los niños y niñas es importante, ya que en un principio necesitan del cuidado para poder sobrevivir, pero cuando el niño/a comienza a tener más autonomía, es bueno saber establecer límites sanos de protección, ya que de lo contrario, esto puede afectar a su desarrollo a mediano o largo plazo.
¿Cómo diferencio la protección de la sobreprotección?
Una forma simple de diferenciarlas es la siguiente:
La protección es brindar los cuidados necesarios para el desarrollo del niño/a, y la sobreprotección es cuidar aislando de que nada malo le suceda. Ésta, puede ser limitante para el niño o niña, ya que es una manera de ejercer control. La protección en cambio permite que el o la menor se sienta seguro/a y pueda explorar el mundo sabiendo que, si necesita ayuda, tiene a alguien a quien recurrir. Una protección sana da paso a un desarrollo emocional con más autoconfianza y autoestima.
¿Cuáles son las consecuencias de la sobreprotección?
Debido a la poca independencia y al muchas veces no poder haber explorado el mundo, el niño o la niña puede ser inseguro; no sólo en su niñez, sino también a lo largo de su vida. Esta inseguridad puede ir muchas veces acompañada de ansiedad y miedo, incapacidad de tomar decisiones por sí mismos, depender de otras personas, tener baja tolerancia a la frustración, e incapacidad de resolver problemas.
Si bien el niño o niña necesita cuidados, a medida que crecen necesitan adquirir las herramientas necesarias para poder enfrentarse al mundo y esto, es una tarea muy fundamental de parte de los padres.
¿Cómo proteger y no sobreproteger?
Comenzando por darles autonomía de forma gradual, para que comience a explorar el mundo desde su perspectiva.
Si el niño o niña ya es capaz de realizar cosas por su cuenta, no intervenir haciéndolas por él o ella de forma innecesaria y, a la vez, es bueno que se le elogie por poder hacer aquellas cosas.
Es importante alentar al niño o niña, para que realice nuevas actividades y así evitar que se quede en una zona de confort. Esto le da confianza para realizar nuevos proyectos y a redescubrirse constantemente.
Cuando el o la menor presente problemas, no es necesario llegar y resolverlos por él o ella, a menos que sea una emergencia. Lo recomendable primero es incentivar que el o la menor encuentre formas por sí mismo/a para resolverlo y, luego poder ayudarlo si lo necesita. Si el niño/a se equivoca, se le debe explicar que equivocarse es normal, lo importante, es volver a intentarlo.
No hay que evitar que el niño o niña se frustre. La frustración es algo normal en la vida, por lo que lo recomendable no es que evite ese estado, sino que logre manejarlo. Esto ayudará a que, en el desarrollo de su vida, tenga una mejor resiliencia.
Es importante asumir que no podemos evitar que algo malo le suceda a alguien, por más que lo intentemos. Lo que sí se puede hacer, es entregar las herramientas para que esa persona pueda enfrentar toda la vida por delante.
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