Psicóloga Clínica Antofagasta
Mucho hemos escuchado sobre la crianza respetuosa y los beneficios de ponerla en práctica en el día a día con nuestros hijos, pero poco nos han enseñado sobre cómo hacerlo. Vemos publicaciones en redes sociales donde hablan de los distintos estilos de crianza y sus consecuencias, llegando, quizás, a sentirnos criticados indirectamente por estas publicaciones, llevándonos a cuestionar constantemente cómo nos estamos relacionando con nuestros hijos ¿lo estoy haciendo bien? ¿Estaré siendo muy estricto o por el contrario muy permisivo? ¿estaré aportando a su bienestar y autoestima o estaré haciéndole daño a mi hijo o hija?
Tal como lo percibes, el lenguaje limitante priva, restringe o coarta las acciones del otro, por lo que su uso será necesario en determinados contextos, frente a situaciones de riesgo o donde vemos que es imprescindible su uso, por ejemplo, cuando nuestro hijo o hija corre distraídamente tras la pelota, sin percatarse del vehículo que viene en su dirección. ¡Detente! ¡Deja de correr! ¡Alto ahí! Son frases que diremos espontáneamente y que buscan proteger a nuestro hijo o hija y que forman parte del lenguaje limitante. Pero, estas frases llevadas a un espacio seguro y sin riesgos, solo provocará que nuestro hijo o hija se paralice y limite su capacidad de exploración, de expresión y su deseo de descubrir el mundo.
Imagina a tu hijo estallar en llanto porque su juguete favorito se rompió. Recibir un ¡podemos comprar otro, deja de llorar! provocará que reprima su sentir, limitando su necesidad de expresión emocional. Es en estos casos y en contextos cotidianos de seguridad general, donde podemos poner en práctica el lenguaje propositivo, es decir, un lenguaje que propone u ofrece opciones de manera positiva:
Proponer + Positivo = Propositivo
LENGUAJE LIMITANTE |
“No te subas a la silla” |
“No estes llorando por eso, no es tan grave” |
“Deja de tomar la comida con las manos” |
“No te saques el gorro porque el sol está quemando” |
“No toques eso” |
“Yo estoy hablando, no me interrumpas” |
“Deja de correr porque puedes caerte” |
“No tienes permiso para ir con tus amigos, estás castigado” |
LENGUAJE PROPOSITIVO |
“Si quieres trepar podemos hacerlo en…” |
“Puedes darme un abrazo y conversar de lo que sientes” |
“Aquí tienes una cuchara y un tenedor, ¿cuál te gustaría usar para servirte la comida?” |
“En días así, es bueno usar nuestros gorros y bloqueador para protegernos” |
“Veo que eso llama tu atención, te acompaño a observarlo con mucho cuidado” |
“Mientras una persona habla es importante que los demás escuchen así nos podemos entender mejor” |
“Es mejor que camines porque el camino está resbaloso” |
“Cuando mejores tu conducta/tus notas/disposición, podrás asistir a otras actividades con tus amigos” |
Si observas los ejemplos, el lenguaje limitante lleva la palabra “NO” o contiene frases que limitan/paralizan; por su parte, el lenguaje propositivo ofrece opciones e invita a hacer algo diferente a lo que se está haciendo.
Te invito a revisar cómo hablas y a realizar tu propio registro de frases que usas diariamente en la interacción con tus hijos;
Si tu lenguaje la mayor parte del tiempo es limitante, haz el ejercicio de anotar frases propositivas que lo reemplacen y poco a poco irás notando como la interacción con tu hijo o hija va mejorando… al final del día, recuerda que estarás invirtiendo en herramientas para un futuro adulto: ¿quiero que corra tras sus sueños o que se quede estancado?