¿Qué le pasa al cerebro de mi hijo cuando le grito?

Sabías que los gritos que recibe un niño impactan considerablemente en la configuración de su cerebro.   En los inicios del ser humano cuando vivíamos en contacto constante con la naturaleza, el grito se utilizaba para espantar a los depredadores o defenderse de las amenazas. Esto nos entrega información sobre que los gritos entonces se relacionan con estados de peligro o de alerta que siente el ser humano y por lo cual el cerebro cuando se encuentra inmerso en estas situaciones se prepara de inmediato para emprender la huida corriendo o defenderse a través de la pelea física.

 

Desde una perspectiva biológica, te puedo contar que cuando el cerebro se pone en estado de alerta, se activan el circulo del miedo y de la preocupación. Aquí además se pone en marcha la amígdala, la cual también activa muchas otras estructuras, sobre todo el hipotálamo, que es el órgano principal en el sistema del miedo. En este sentido cuando recibimos gritos, también se aumentan los niveles de cortisol, para que podamos aumentar la presión arterial y por eso necesitamos más aire para respirar y potenciar nuestras habilidades para la huida o la pelea.

¿Quieres que tu hijo viva siempre en este estado de alerta?

Entonces si pensamos en esta información, el grito es evolutivo, podemos gritar porque es una forma de defendernos, pero si la utilizamos para pedirle a nuestro hijo de 7 años que se tome la leche o se quede tranquilo también estamos activando el sentido de alerta en él y en su cerebro se activa todo lo planteado anteriormente. Al estar constantemente gritando en nuestra casa, el cerebro de tu hijo tiende a estar siempre en estado de alerta, esperando que algo pase, preparado para recibir una instrucción o un castigo o una reprimenda por algo que hizo mal.

 

¿Qué es lo malo del estado de alerta constante?

Imagínate vivir siempre con un oso que te asusta y es grande e intimidante, sería horrible, nunca podrías relajarte para descansar, te costaría demasiado bajar los niveles de estrés y tu cuerpo a la larga siempre estaría cansado y físicamente excitado.

 

Ahora la gran pregunta:

 

¿Podemos lograr que nuestros hijos nos tomen atención, que hagan las cosas que les pedimos sin gritarles?

 

Claro que sí, existen variadas técnicas que podemos utilizar, te dejamos algunas que son fáciles de implementar:

1:
Entender y aceptar que los niños pueden obtener ciertos logros según la etapa evolutiva en la que están, por ejemplo, a los 9 años no se irán a bañar por sí solos, todos los días. Tenemos que estarles recordando y supervisando todo el tiempo. Esta autonomía en los procesos de higiene se logra recién desde los 14 años en adelante.

                                   2: 
Llamar su atención de forma activa, si tu hijo está concentrado jugando no te tomará atención cuando le digas que tiene que hacer su cama. Necesitas sentarte con él, a su altura, después hacerle una broma o hacerle cosquillas, para que conecte contigo emocionalmente. Después de que ya está conectado contigo, recién le pides lo que debe hacer y le das claramente un plazo de tiempo. “hijo ahora tienes que bañarte y ordenar tu pieza, tienes 20 minutos”

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