Una crisis de pánico es un momento incómodo, en que se vivencia de forma muy sentida sensaciones que son interpretadas, generalmente como ganas de salir arrancando, generando miedo y terror, sensaciones que preocupan a quienes experimentan estos episodios.
Estos episodios en que las personas entran en pánico esta bien descrita en el manual de diagnóstico de trastornos mentales DSM-V, donde se enmarca en los trastornos de ansiedad.
El Ataque de Pánico (AP) se caracteriza por la presencia temporal o aislada de miedo o de malestar intenso, acompañado al menos de cuatro de los siguientes síntomas físicos y cognitivos:
Tener pensamientos constantes acerca de un futuro negativo, genera estar desconectado de lo que ocurre en el presente, conectando emocionalmente con miedo y pánico que provoca sensaciones fisiológicas desagradables que paralizan.
“En terapia se busca realizar un abordaje completo de los distintos ámbitos de la vida del sujeto con el fin de entregar herramientas para la prevención y manejo de crisis, mejorando así la calidad de vida de las personas y de como se relacionan en forma más optima con su entorno y principales vínculos”.
1) Llevar a cabo una buena psicoeducación, donde se abordarán aspectos tales como en que consiste los Ataques de Pánico, explicación sobre los síntomas fisiológicos que el paciente experimenta, etc.
2) Herramientas de Relajación, invitar al paciente a comprender la importancia de llevar a cabo una buena relajación muscular, entrenar al paciente en los ejercicios requeridos para llevar a término dicha relajación, etc
3) Respiraciones profundas, explicarle el sentido e importancia de la respiración y entrenamiento de la misma para que el paciente pueda ponerla en práctica antes un posible ataque de pánico.
4) Intervención cognitiva, se trabaja con los pensamientos del paciente, pensamientos anticipatorios al ataque de pánico, pensamientos rumiativos, etc.